Llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizajes es una tarea complicada, que ha progresado en todos los ámbitos desde sus inicios hasta la actualidad. Dentro del terreno de la enseñanza y entrenamiento deportivo se produce desde modelos o corrientes de enseñanza tradicionales a otros más alternativos, modernos o activos (Gutiérrez & García-López, 2012), siendo motivo de crítica y de interés constante (Pascual, Guillén &Carbonell, 2017).
En este sentido, abordar el concepto de metodología de enseñanza o mejor modelos de enseñanza se tienen que tener en cuenta esas dos corrientes, una tradicional y otro moderno o alternativo.De esta forma, la enseñanza-formación basada en modelos tiene que tener en cuenta tanto el contenido como el estilo de enseñanza que se tenga que utilizar, y todo ello, a su vez, tiene que tener que estar relacionado con los resultados del aprendizaje que se pretenda conseguir, teniendo en cuenta la experiencia, características y contextos de los alumnos o jugadores (Metzer, 2005).
Por lo tanto, hay que considerar que el modelo es más que un simple estilo de enseñanza o contenido a enseñar, es decir, se considera que es el centro de organización y la guía sobre el que construir el programa de enseñanza-aprendizaje (Joyce &Weil, 1980; Kirk, 2005). Ahora bien, no se tienen que considerar a ambos como buenos o malos per se, sino que depende de lo que cada uno busque, y sobre todo es necesario seguir con la idea de Metzler (2005) que es adecuado conocer, aplicar y combinar varios modelos para provocar mejores resultados en los jugadores.
De esta forma el trabajo de mejora de la táctica se puede hacer mediante dos modelos de enseñanza, el primero de ellos es analítico o tradicional donde se trabaja por separado todos los aspectos propios del juego, que buscan la eficacia o el dominio de las habilidades por parte del jugador (Blázquez, 2010), a otro que trata de romper ese modelo más mecanicista a uno alternativo donde se puedan trabajar todos los elementos de forma interrelacionados (Robles, Giménez & Abad, 2011) y teniendo como eje al jugador (Student-CenteredApproach) (González-Espinosa, Ibañez&Feu, 2017), basado todo ello en las tareas jugadas, juegos deportivos modificados o juegos reducidos centrado en un modelo constructivista del aprendizaje (Díaz & Castejón, 2011; Serra & García, 2017).
Ahora bien, dentro de la literatura científica no existe unanimidad sobre el modelo a utilizar y sobre cuál es mejor o con qué tipo de metodología se consigue mayor mejora, eso sí hay varios estudios que indican que es aconsejable la mezcla de varias metodologías para conseguir una mejor enseñanza (Da Cruz, 2018; Pascual, Alzamora, Martínez & Pérez, 2015; Sánchez, Molinero & Yagüe, 2012). Por que el proceso de enseñanza debería utilizar los métodos que permitan una mejor asimilación de los aprendizajes, es decir, lo que sean más eficaces (Pacheco, 2004).
A partir de todo lo anterior, se propone una progresión metodológica desde los más sencillo a lo más complejo, es decir, partir de un modelo tradicional, basado en la asignación de tareas, a uno más moderno, basado en la resolución de problemas y juegos deportivos modificados, con el objetivo de mejorar el aprendizaje en los movimientosa realizar sin balón por la línea de cuatro de forma coordinada, con indiferencia de ser al última línea defensiva o una línea intermedia dentro de sistemas de juego zonales.